Los carnavales como crónica histórica del optimismo peruano
Los carnavales. ¿Qué significan? ¿Es un invento coloquial de la urbanidad para festejar? ¿Es una excusa para lanzarse pintura fosforescente y modelar nuestra mejor sonrisa?
Actualmente, las personas han tomado esta fecha como una razón para liberar las tensiones y divertirse a lo grande, pero su motivo real ha sido casi borrado del mundo moderno.
En el Perú, nuestra costumbre religiosa, bastante relacionada al folclore, celebra los carnavales tradicionales que están encaminados hacia la Cuaresma, específicamente el Miércoles de Ceniza, como símbolo de concientización del arrepentimiento y penitencia.
Otra variación de esta festividad son los carnavales que se realizan sobre todo en la Sierra. En la zona andina, esta es una fecha para rendirle tributo a la Pachamama (Madre Tierra) por su esencia generosa que provee de alimento al pueblo.
Estas festividades han sido proclamadas como Patrimonio Cultural de la Nación, como son los casos de los carnavales de Ayacucho, de Puno (carnaval del pueblo de Pupuja), Cusco (carnaval de San Pablo), Apurímac (carnaval de Abancay) y Junín (carnaval de Marco).
Estas celebraciones folclóricas cuentan nuestro origen, nuestra historia, nuestro agradecimiento por habitar en un territorio tan rico como el peruano y constituye una de las fiestas más esperadas y festejadas del año en muchos departamentos del país.
Siempre, sea cual sea su cuna, su camino o desvío, su condición histórica o moderna, los carnavales son un período de alegría y festejo hasta el día de hoy.